En una época en que en el mejor de los casos muchos trabajos han quedado en suspenso cuando no han desaparecido, la necesidad de formarse se ha constituido en elemento imprescindible para la orientación de la vida laboral; en la mejor estrategia para la necesaria actualización de competencias y habilidades, en el mejor activo para la vuelta al mercado o para la permanencia en él. En este sentido, la formación online en sus innumerables formas ha despuntado como la mejor de las opciones dadas las especiales circunstancias que nos ha tocado vivir.
No podemos olvidar además, que con anterioridad a la pandemia, este tipo de formación ya había vivido un fuerte crecimiento apoyada en la proliferación de herramientas tecnológicas y digitales que lo facilitaban. Según un estudio de la Universidad de La Rioja, la educación on line había crecido para 2020 un 900% en el mundo desde el año 2000. Mientras el Ministerio de Educación de España, cuantificaba en 128.000 los alumnos que cursan Bachillerato y Formación Profesional en modalidad online.
La formación online se valía y lo sigue haciendo de dos factores esenciales que marcan su éxito: el tiempo limitado de los usuarios que ven en la flexibilidad de este tipo de opciones el encaje perfecto con un escenario de horarios apretados y pocos momentos para la formación y por otro lado su fuerte atractivo económico, con cursos, programas y masters en muchas ocasiones en formatos más económicos cuando no gratis.