Una historia narrada desde el testimonio de la protagonista que profundiza en la imagen de una sociedad que rechaza cualquier injerencia externa, donde el concepto de propiedad entronca con una visión rural arcaica donde aún lo derruido parece pertenecer por el peso de las raíces a los vecinos de siempre y donde cualquiera que salga de ese círculo es percibido como un extraño.
Los directores, que empezaron a rodar la historia pues el hermano de uno de ellos había trabajado en la granja escuela de la pareja y conocía las profundas desavenencias de las dos familias y la posterior desaparición de Martin, narran con un tono pausado el testimonio aterrador de la viuda, mostrando desde los primeros momentos de la llegada al pueblo, las disputas por los terrenos colindantes y los beneficios asociados, hasta el doloroso momento en que Margo cava con sus propias manos una pequeña tumba para los pocos restos que encontraron de su marido, calcinado en su jeep tras la culminación del crimen por parte de los dos hijos de la familia rival.
La película que sirvió de prueba en el juicio que sirvió para incriminar al directo responsable de la muerte del llamado holandés de Petín, como se conocía a Martin, es una descarnada y certera mirada al choque de dos mundos antagónicos y a como el peso de la tradición y las raíces mal entendidas desemboca en una historia de terror angustiosa por su inevitable realidad. Un documental narrado casi en tiempo real, pues fue construido conforme se iban desarrollando los acontecimientos de la investigación policial, lo que le confiere aún más si puede ese carácter aterrador que mezcla la realidad cotidiana con el más injustificado de los crímenes.
Santoalla es la gran demostración de la apuesta de Alchimie por el documental de calidad pegado a la actualidad y que viene ofreciendo en España en canales como Espacio Misterio TV.