El pasado 25 de noviembre moría de un infarto Diego Armando Maradona. El que por muchos es considerado como el mejor futbolista de todos los tiempos, fallecía en Argentina generando un enorme sentimiento de pérdida en el mundo del fútbol y en la sociedad argentina en general.
El Pelusa pasaba a la categoría de mito y desde el día del deceso pudimos ver las muestras del dolor de sus compatriotas haciendo colas interminables ante su capilla ardiente y provocando tumultos y revueltas al no poder permitírseles una despedida a su ídolo como entendían merecía.
De su trayectoria futbolística, nos queda su asombroso manejo del balón, su capacidad para el regate inverosímil y su liderazgo dentro y fuera del campo. Goles como sus dos más famosos en el partido de México del 86, scudettos como los conseguidos con el Nápoles o campeonatos como el Mundial conseguido con la albiceleste, se entremezclan con una vida personal turbulenta y polémica con escarceos con una vida poco aconsejable y con compañías perniciosas.